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ıllı La Revolución Femenina (wiki)
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ıllı La Revolución Femenina (wiki)
No somos siendo conscientes de ello: mas en estos instantes vivimos una genuina desgracia. La gran desgracia ignorada y silenciada de nuestros tiempos. Porque pese a que sucede ante nuestras mismísimas narices, nuestra estrechez de miras y nuestra patética falta de visión en perspectiva nos esconden su tremenda magnitud y las desastrosas consecuencias que conllevará de cara al presente y al futuro. Podemos decir sin titubear, que perdemos la última gran ocasión para convertir a la humanidad y crear un futuro mejor. Y en el momento en que nos demos cuenta de la ocasión perdida ya va a ser demasiado tarde… lo peor es que absolutamente nadie toma conciencia de que sucede y de lo que verdaderamente significa para todos . ¿A qué nos referimos? ¿Cuál es esa ocasión? Para entenderlo mejor, ya antes debemos contestar una pregunta: ¿QUIÉN TRANSFORMA LAS SOCIEDADES? Sea como sea su origen o bien condición, recae sobre ellos la responsabilidad de mudar las cosas. Evidentemente, quien cobija la situación dominante en una situación de injusticia o bien desequilibrio social, no tiene ningún interés en mudar la situación que le favorece. No vamos a ver a grandes banqueros y empresarios clamando por los derechos del trabajador, como no vimos ni a la realeza ni a la nobleza combatiendo en su instante por los derechos del campesinado y las clases pobres. Eso es evidente. Si pudiésemos cuantificarlo de alguna forma, podríamos aseverar que la capacidad transformadora de un colectivo oprimido guarda relación directa con el poder que potencialmente cobija y que le resulta rechazado. Así, esclavos, campesinos o bien proletarios, todos motores de las mayores revoluciones de los últimos tiempos, detentaban la fuerza de trabajo de la sociedad. De la liberación de ese enorme poder potencial reprimido han surgido las grandes transformaciones sociales, económicas, ideológicas y políticas de estos últimos siglos de nuestra historia. Y semejantes avances nos han semejado enormes. Jamás en la historia de la humanidad ha existido un colectivo con tal potencial de transformación de nuestra realidad. Para comenzar, las mujeres representan el colectivo más abundante y más largamente oprimido de toda la historia humana. Ni solo temporales, culturales ni religiosas. En consecuencia, su poder de transformación del planeta asimismo trasciende todas y cada una de las fronteras imaginables, puesto que cobija la capacidad de convertir al humano hasta sus cimientos. Mucho alén de las estructuras casuales y pasajeras representadas por las distintas coyunturas asociado-económicas con las que se relacionan todas y cada una de las precedentes revoluciones. Y es que un campesino o bien un proletario representaban la fuerza que sostenía en funcionamiento toda la estructura económica y productiva. Pero el género femenino representa, de forma directa, la existencia y perdurabilidad de la especie humana en sí. ¿Existe puesto que, mayor poder en el planeta? Y semejantes eran las esperanzas de profunda transformación a escala humana que podíamos depositar sobre tal revolución. La gran ocasión perdida, quizá por siempre. El enorme cataclismo olvidado y también ignorado de nuestra temporada. Una desgracia de cuya magnitud, tal vez nunca seamos conscientes. Porque se trata, sin duda, de una revolución que es abortada mucho ya antes de llegar a generarse. Abortada bajo la bandera de la supuesta "igualdad de género", una genuina aberración ideal creada por la maquinaria del Sistema con la intención de encauzar esa fuerza irrefrenable que, de llegar a desatarse, podría llevar al propio Sistema a su completa destrucción. Porqué realmente, Para contestar a ello, solo debemos observar a nuestro alrededor. Observemos, por servirnos de un ejemplo, a las mujeres que se incorporan al planeta de la política. La contestación a todas y cada una estas preguntas es tan triste como evidente. Igualdad... Es decir, libre acceso a las situaciones y papeles que los hombres ocupan en el Sistema. Ser participante del corrupto y catastrófico sistema que, en mayor medida, ha creado el propio género masculino. Un planeta salvaje, violento, injusto, impío, que como una fría y metódica máquina lo destroza todo a su paso en alas de, Lejos de procurar convertir ese planeta infecto hasta sus raíces, de destruir las estructuras psíquicas que tanto daño ocasionan desde tiempos inmemoriales al propio género femenino, la enorme intención de la mujer ha sido transformarse en un engranaje más de ese gran mecanismo, como lo es un hombre. Solo eso... Ser una pieza más de la máquina, sencillamente. Eso es lo que representa realmente la mal llamada "igualdad de género". Crear y liderar un Planeta Nuevo... Eso representaría una nueva esperanza para la especie humana, tan ciega y perdida en estos instantes. Indudablemente va a haber quien arguya que para mudar el planeta, ya antes la mujer debe incorporarse a los puestos de responsabilidad. Pero eso es una completa falacia, pues exactamente ahí reside la trampa... Como hemos visto, la fuerza transformadora solo brota de los colectivos oprimidos en lucha por mudar las cosas y que sueñan con nuevas realidades, si bien sean utópicas... que las precisan para construirse un futuro. Sin embargo, la promesa de la igualdad no cobija el sueño de nuevas realidades. En verdad sirve para matar ese sueño de transformación verdaderamente profunda y fortalece las realidades existentes como únicas opciones posibles. Y la igualdad de género, una vez conseguida, suprime claramente la necesidad de esa transformación, puesto que presuntamente, termina con la opresión que producía esa necesidad. Esa ha sido la enorme trampa del Sistema para abortar la enorme Revolución Femenina que podría haber transformado la humanidad por siempre. Sin embargo, semeja que el género femenino ha renunciado a esa valiosa diferencia, a su particular forma de sentir y concebir el planeta y ha preferido transformarse asimismo en hombre, integrándose a la maquinaria del Sistema. Elevación espiritual y también intelectual en su estado más puro. Un genuino jalón que ha de ser objeto de la más profunda admiración per saecula saeculorum. Porque efectivamente, Un claro ejemplo de ello lo hallamos en la religión. Es bastante difícil hallar una corporación de forma tradicional más sexista que la Iglesia Católica. Su historial de menosprecio cara la mujer raya cotas patológicas, llegando a considerarla en su instante un ser impuro y pecador. Aun en nuestros días, la mujer es tratada prácticamente como un ser inferior espiritualmente, puesto que no tiene acceso a ninguna situación con genuino poder en la estructura eclesiástica. No... Parece que el enorme objetivo de la mujer consiste en demandar el derecho al sacerdocio, el derecho a incorporarse a esa estructura rancia y trasnochada que la ha reprimido a lo largo de 2 milenios y a la que ha servido tan sumisamente. Un ejemplo claro y abierto de de qué manera el Sistema habita en lo más profundo de nuestra psique humana, como un programa auto-limitante que impide todo cambio substancial y profundo. Es doloroso admitirlo, mas, Si su gobierno implica exactamente las mismas injusticias, corrupciones y abusos que el de un hombre, entonces, ¿qué ha ganado el humano? Nada... Al contrario, todos hemos perdido, pues hemos perdido la ocasión de mudarlo todo. La ocasión transformadora que solo brindan los colectivos oprimidos. Y el género femenino era el mayor colectivo oprimido de la historia de la humanidad. Nuestra última y gran esperanza... Todos deberíamos sentir genuina pena por esta razón. Y una profunda vergüenza. Y si todavía queda un mínimo aliento de fuerza transformadora en el género femenino, si todavía existen mujeres soñadoras extrañas a la trampa de la supuesta igualdad de género, acá va nuestro llamamiento, prácticamente nuestra súplica:
Se ha hecho evidente durante la historia que solo los colectivos oprimidos y maltratados realizan revoluciones, puesto que son los únicos que reúnen la necesidad y la fuerza ética capaces de producir grandes transformaciones en las estructuras de organización social, económica o bien política.
La esperanza de crear un planeta mejor y más justo.
Su poder potencial era puesto que, enorme, y por consiguiente, asimismo lo eran su capacidad de transformación social y económica y las esperanzas de justicia depositadas sobre ellos.
EL MAYOR COLECTIVO OPRIMIDO DE LA HISTORIA
Mas durante la historia ha existido un colectivo oprimido con un poder potencial considerablemente mayor al de cualquier otro, tan enorme que trasciende las fronteras de lo social, lo económico y lo político, puesto que cobija, ni más ni menos que la llave de la pervivencia de la especie humana: el género femenino.
Su poder es tan enorme que verdaderamente cuesta tomar plena conciencia de él.
La suya no solo ha sido una subyugación social, económica y política, sino más bien además de esto mental, sexual y ética, negando su pleno y libre desarrollo hasta límites incomprensibles.
La opresión a la mujer no ha conocido fronteras políticas, físicas ni ideológicas.
Se trata de una opresión generación tras generación y siglo tras siglo a lo alto y ancho del globo, hasta perderse en los comienzos de la civilización.
Tal era el incomprensible poder de una posible Revolución Femenina.
LA REVOLUCIÓN ABORTADA
No obstante, la Revolución Femenina ha representado el mayor descalabro de la historia humana.
LA TRAMPA DE LA IGUALDAD
¿Cuál ha sido la enorme reclamación de las mujeres al proteger sus derechos?
Y llegados acá, deberíamos preguntarnos,
Semeja que la enorme lucha del género femenino, su gran objetivo, se restringe a lograr exactamente los mismos puestos de poder que un hombre y tener la libre posibilidad de llevar pantalones, fumar, tomar, drogarse y practicar sexo precisamente igual que en el caso del género masculino.
Un enorme logro a escala galáctica, sin duda.
Y es que la mujer ha sido inútil de escapar del programa del sistema y crear y liderar una nueva realidad a escala humana.
Inútil de crear algo nuevo, inútil de abandonar a la programación psíquica del Sistema.